Uno de nuestros momentos favoritos del día es después del recreo. Cuando terminamos de jugar a tope de revoluciones... nos paramos y nos relajamos. Eso nos ayuda a volver sobre nosotros y nos dispone para seguir aprendiendo y trabajando. La respiración y la tranquilidad nos conectan con nuestro interior y aprovechamos para dar gracias a Dios por todo lo bueno de cada día.
¡Somos unos campeones! Tan pequeñitos, y ¡lo bien que lo hacemos!